En sus primeros meses al frente del gobierno de Chiapas, Eduardo Ramírez Aguilar ha marcado un estilo claro: recuperar el control del territorio, fortalecer la institucionalidad y enviar un mensaje de orden en medio de tiempos marcados por la incertidumbre. El balance preliminar, de acuerdo con diversas encuestas de percepción ciudadana, refleja altos niveles de aprobación, particularmente en temas de seguridad y respuesta operativa ante situaciones críticas.
La creación de la Fuerza de Reacción Inmediata Pakal (FRIP), las múltiples detenciones y el reforzamiento de la presencia estatal en zonas con incidencia delictiva han devuelto una cierta sensación de gobernabilidad. También destacan programas sociales de nueva generación como Chiapas Puede y Comedores del Humanismo, que buscan responder a demandas urgentes de bienestar.
Sin embargo, el reto de fondo no radica solo en la eficiencia del aparato gubernamental, sino en la capacidad de transformar las condiciones estructurales que alimentan la desigualdad, la exclusión y la violencia. Porque el desarrollo sostenible no puede medirse únicamente por la cantidad de operativos exitosos, sino por el acceso a derechos básicos: agua potable, salud, educación, participación comunitaria y justicia.
Iniciativas como la Ruta de las Culturas Mayas plantean horizontes interesantes para el turismo y la integración regional, pero también exigen una profunda consulta con las comunidades, transparencia en su ejecución y visión a largo plazo para evitar que los beneficios se concentren en pocas manos.
El gobierno de Ramírez Aguilar ha dado pasos firmes en materia de seguridad y gobernabilidad. Ahora, el reto es consolidar un modelo de desarrollo incluyente, en donde los pueblos indígenas, las juventudes, las mujeres, los campesinos, los periodistas y los migrantes no queden al margen, sino al centro de la construcción democrática.
La ciudadanía observa. Reconoce los avances. Pero también espera respuestas duraderas a problemas que no se resuelven solo con presencia policial ni con obras emblemáticas. Chiapas necesita una transformación que vaya más allá de lo inmediato y mire de frente a su historia y a su gente.
 
			 
		