En una ciudad donde históricamente la relación entre gobierno y ciudadanía ha sido distante, burocrática y en ocasiones indiferente, el ejercicio impulsado por el presidente municipal de Tuxtla Gutiérrez, Ángel Torres Culebro, denominado “Lunes del Pueblo”, representa una bocanada de aire fresco en la construcción de una democracia más participativa y eficaz.
Desde el inicio de su administración, Torres Culebro prometió un gobierno de puertas abiertas y contacto directo con la población. Ayer, una vez más, cumplió su palabra. Acompañado por su cabildo y titulares de todas las áreas operativas del Ayuntamiento —desde temas de Seguridad y Movilidad, Servicios Municipales hasta Protección Civil, pasando por Obras Públicas, Tesorería, Smapa y Desarrollo Social—, el edil encabezó una nueva jornada de atención ciudadana en el corazón del Palacio Municipal.
Este no es un acto simbólico ni un simulacro para la foto oficial. Lo que ocurre cada lunes es un ejercicio de gestión real, donde decenas de tuxtlecas y tuxtlecos exponen sus problemáticas, reclamos y peticiones frente a las autoridades responsables. Las demandas van desde alumbrado público, calles dañadas, regularización de predios, hasta denuncias por omisiones institucionales o trámites atorados. Y lo importante: se canalizan, se agendan y se resuelven.
Este tipo de diálogo directo no solo humaniza al gobierno, sino que rompe con la lógica de la oficina cerrada, del “vuelva después” y del expediente olvidado. El “Lunes del Pueblo” está demostrando que cuando hay voluntad política, sí se puede gobernar de la mano de la gente.
De acuerdo con cifras del propio Ayuntamiento, en lo que va de esta administración se han atendido más de 4,000 gestiones ciudadanas a través de este programa, de las cuales cerca del 85% ha tenido seguimiento y solución documentada. Esto representa no solo eficiencia, sino confianza reconstruida.
En una capital de más de 600 mil habitantes, atravesada por desafíos como la expansión urbana desordenada, el rezago en servicios básicos y la inseguridad comunitaria, mecanismos como el Lunes del Pueblo no resuelven todo, pero sí demuestran un modelo de liderazgo cercano, sensible y corresponsable.
Ángel Torres Culebro ha logrado consolidar este espacio como una herramienta institucional permanente, y no como una ocurrencia. Ha dado instrucciones claras a su equipo: no hay pretextos para no atender, no hay excusas para no actuar.
En esta nueva ERA que se construye desde Tuxtla, el contacto con el pueblo no es un privilegio, es una obligación ética. La ciudadanía ya no acepta gobiernos ausentes, y el Ayuntamiento lo ha entendido bien.
Porque gobernar es escuchar, y escuchar es el primer paso para transformar.