En Chiapas, donde la biodiversidad es uno de los pilares del bienestar ecológico y social, los programas de reforestación deben dejar de ser promesas recurrentes para convertirse en políticas públicas serias, evaluables y sostenidas. El exhorto reciente del Congreso del Estado es un recordatorio claro de esta urgencia.

La reforestación no debe ser vista como una actividad decorativa o estacional, mucho menos como un acto simbólico que termina con la siembra de un árbol y una fotografía oficial.

Durante la sesión del 10 de junio de 2025, la Sexagésima Novena Legislatura, encabezada por el diputado Luis Ignacio Avendaño Bermúdez, turnó a comisiones un punto de acuerdo para que los Ayuntamientos y Concejos Municipales implementen, fortalezcan o actualicen sus programas de reforestación urbana, con un enfoque en el uso de especies nativas. Este llamado, aunque loable, debe ir acompañado de una visión más profunda: la reforestación no es solo sembrar árboles, es sembrar futuro.

El cambio climático no espera, y las comunidades chiapanecas ya resienten sus efectos: escasez de agua, aumento en la temperatura, erosión de suelos y pérdida de biodiversidad. Por ello, urge que los programas municipales no solo existan en papel, sino que cuenten con mecanismos de monitoreo, evaluación de impacto y presupuesto suficiente para garantizar su eficacia. Implementar árboles sin planeación técnica, sin considerar especies adecuadas, o sin garantizar su supervivencia, es desperdiciar recursos y tiempo.

En este contexto, también es necesario hablar con firmeza sobre las responsabilidades institucionales. Muchos ayuntamientos han incurrido en omisiones evidentes, ya sea por negligencia o desinterés, dejando a su suerte a zonas urbanas cada vez más áridas y vulnerables. Estas omisiones no pueden quedar impunes. Es momento de que el Congreso no solo exhorte, sino que trabaje en legislar sanciones más severas a los municipios que desacaten mandatos ambientales.

Chiapas no puede quedarse atrás en la agenda ambiental global. Si queremos que nuestras acciones locales tengan impacto en los compromisos internacionales asumidos por México —como los Objetivos de Desarrollo Sostenible o el Acuerdo de París—, debemos comenzar por exigir que cada gobierno municipal se tome en serio su papel como custodio del territorio.

La reforestación efectiva es una herramienta poderosa contra el deterioro ambiental, pero su éxito dependerá de la voluntad política, la transparencia en su implementación y la vigilancia ciudadana. No basta con plantar árboles: debemos sembrar políticas públicas con raíces profundas y ramas que alcancen hacia el porvenir.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí