La reciente construcción de la Ruta de las Culturas Mayas Palenque–Ocosingo marca un punto de inflexión en la historia moderna de Chiapas. No se trata simplemente de una obra carretera o de infraestructura: es una apuesta decidida por la reactivación del desarrollo turístico, económico y cultural de una de las regiones con mayor riqueza histórica de Mesoamérica. Esta iniciativa, impulsada por el gobernador Eduardo Ramírez Aguilar, da respuesta a una demanda que por años fue ignorada, sobre todo por los sectores más apartados y vulnerables de la entidad.

El tramo que une Palenque, una joya arqueológica reconocida a nivel mundial, con Ocosingo, territorio ancestral maya y puerta de entrada a la Selva Lacandona, había estado marginado de los beneficios del desarrollo turístico por la falta de conectividad segura y moderna. Hoy, esta obra representa mucho más que asfalto: es un puente entre el pasado y el porvenir, entre las comunidades mayas vivas y el potencial económico que puede transformar su realidad.

Pero tan importante como construir caminos, es garantizar la seguridad de quienes los transitan. En ese sentido, el gobierno de Chiapas ha asumido un compromiso firme y evidente. La reciente presencia coordinada de fuerzas estatales y federales en zonas de alta conflictividad como Frontera Comalapa o Las Margaritas, refleja un modelo de gobernanza que no evade los desafíos, sino que los enfrenta con determinación. La seguridad es indispensable para que el turismo prospere, para que la inversión llegue y, sobre todo, para que la población recupere su derecho a vivir en paz.

El impulso a la Ruta de las Culturas Mayas debe verse también como un acto de justicia social: acerca oportunidades a pueblos originarios que durante décadas han sido invisibilizados. Conectarlos con flujos turísticos nacionales e internacionales no sólo atraerá visitantes, sino también empleos, desarrollo artesanal, promoción de la gastronomía local y nuevas rutas comerciales.

Esta acción del gobernador Eduardo Ramírez Aguilar, más allá de su impacto económico, simboliza una visión de Estado que entiende el valor del patrimonio cultural como eje de desarrollo. Si Chiapas quiere integrarse de forma digna y competitiva al nuevo mapa del turismo nacional, este tipo de proyectos deben convertirse en política pública permanente.

Es justo reconocer, entonces, que la Ruta de las Culturas Mayas no es una promesa, sino un hecho concreto que honra la identidad chiapaneca y abre paso a un modelo donde la tradición, la seguridad y el crecimiento económico se cruzan en un mismo camino.

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