En el complejo entramado de la política educativa y sindical en México, figuras como David Guzmán han logrado posicionarse como líderes del movimiento democrático magisterial. Sin embargo, su trayectoria está marcada por decisiones y acciones que han generado controversia y desconfianza entre las bases trabajadoras que dice representar.
Guzmán ha sido criticado por su oportunismo político y su capacidad para pactar con sectores que históricamente han sido adversarios del movimiento magisterial. Su acercamiento y alianzas con el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), un organismo que ha sido blanco de críticas por su relación con el gobierno y por prácticas consideradas autoritarias, han levantado sospechas sobre sus verdaderas intenciones.
— Imagínese por un momento a David Guzmán: el mesías del magisterio chiapaneco, el Salvador de la igualdad educativa, el adalid de las bases trabajadoras. Ahora, despierta, porque resulta que este paladín del pueblo está pactando con ese noble arte llamado charrismo sindical… sí, el mismo SNTE que ha sido el sueño húmedo de gobiernos y caciques por décadas. ¿La paradoja? Guerrillero de Instagram, aliado del régimen en la vida real.
— A estas alturas, movilizar movilizaciones y amenazas de paro parecen más un accesorio de moda que una herramienta para exigir justicia. ¿Deudas pendientes desde 2014? ¡Qué reloj tan elegante para sacarlas ahora, en 2025! Se radicaliza la protesta… pero solo lo justo y necesario. Nada quita una buena foto institucional ni una negociación al margen de las bases.
— Vamos a ponerlo en términos comprensibles: se lanza la amenaza de movilización al gobierno del estado, como si de un regaño infantil se tratara. “Te portas mal, te vamos a gritar… mientras negociamos en tus oficinas”. El arte del chantaje con guante de seda. Así se construye eso que llaman “doble moral” con barniz de lealtad al magisterio.
— ¿Y quién se beneficia al final? ¿Los maestros con bajos salarios y deudas históricas? ¡No, no!, los verdaderos damnificados aquí son esos líderes mágicos que capitalizan cada manifestación. Porque, para ellos, más vale la foto viral, los titulares y esa sensación pasajera de poder. Las bases, sin embargo, se quedan con los cerros de promesas no cumplidas y los bolsillos vacíos.
— David Guzmán ha encontrado la fórmula: acusar al gobierno, exigir justicia y al mismo tiempo, hacer pactos con el sindicato oficial. El SNTE charril sigue tan vivo como siempre, apapachado por todos lados, mientras el movimiento democrático magisterial pierde legitimidad entre tanta ambigüedad. Bien jugado, cuando su objetivo es lucirte y no mejorar realmente la vida laboral del docente.
— En resumen, la teatralización de la protesta, el pacto con el charrismo, las amenazas de movilización “preventiva” y la absurda prioridad mediática por encima de la lucha real: ahí tienes el guion completo. Todo un manual de oportunismo sindical moderno, que bien podría titularse: “Cómo traicionar a las bases sin perder el aplauso del público”. Chapó.
 
			 
		