Entre el bien y el mal
La historia es un océano de hechos más cercanos a la barbarie que a la razón. De aquí venimos, de una guerra permanente entre opresores y oprimidos, de una lucha por el poder a la que hemos nombrado lucha de clases, el verdadero motor de la historia como lo describiera Carlos Marx.
Ese continuo enfrentamiento entre el bien y el mal, es una batalla que ha moldeado sociedades y culturas a lo largo de los siglos. Esta dualidad, profundamente arraigada en la naturaleza humana, se manifiesta en múltiples formas: desde la opresión de clases sociales hasta la lucha por la justicia y la igualdad. A través de la historia, esta tensión ha influido en decisiones y acciones que han determinado el rumbo de civilizaciones enteras.
La lucha entre opresores y oprimidos ha sido una constante en la historia. Por ejemplo, el Antiguo Egipto muestra cómo los faraones, representando el poder, sometían a la mayoría de la población a condiciones de trabajo forzado. Sin embargo, incluso en ese contexto, surgieron figuras como Moisés, quien se alzó contra la opresión, simbolizando la resistencia y el deseo de libertad. Este ejemplo ilustra cómo, en medio de la tiranía, siempre hay quienes se levantan en busca de un cambio, desafiando a los que perpetúan el mal.
En tiempos más recientes, la lucha contra la esclavitud en el siglo XIX destacó la eterna batalla entre el bien y el mal. La figura de Harriet Tubman, quien arriesgó su vida para liberar a esclavos a través del ferrocarril subterráneo, es un testimonio del compromiso con la justicia. Su valentía y determinación no solo ayudaron a muchos a escapar de la opresión, sino que también inspiraron a generaciones futuras a luchar por la igualdad de derechos. Este ejemplo demuestra que, incluso en las circunstancias más adversas, el bien puede prevalecer sobre el mal.
Además, los conflictos modernos, como las luchas por los derechos civiles en Estados Unidos durante la década de 1960, reflejan esta continua batalla. Líderes como Martin Luther King Jr. promovieron el amor y la paz como herramientas para combatir la injusticia. Sus esfuerzos llevaron a cambios significativos en la sociedad, resaltando la capacidad del bien para triunfar sobre el mal a través de la perseverancia y el diálogo.
La historia revela una lucha interminable entre el bien y el mal, donde cada acción cuenta. Desde la antigüedad hasta el presente, los individuos han tenido el poder de desafiar la opresión y buscar la justicia. Esta dinámica no solo refleja la naturaleza humana, sino que también invita a cada persona a elegir su postura en esta eterna batalla. La historia muestra que, aunque el mal puede parecer dominante, siempre existe la posibilidad de que el bien prevalezca si se actúa con valentía y determinación. La decisión de luchar por lo correcto se encuentra en manos de todos. Quienes creemos y hacemos política, tenemos el deber de no caer en la tentación y en el mismo proceder con que actúanos tiranos. Defender la verdad es liberar a quienes confían en nuestras causas, defender la verdad siempre será un acto revolucionario.