Emilio, el gigante de la esperanza

Conozco a Emilio Salazar desde hace varios años y aprendí a conocerlo un poco más ahora que ambos fuimos candidatos a diputados federales, él por el Distrito 09 y este servidor por el Distrito 06 federales.

No me cabe duda que Chiapas merecía a un diputado federal con la experiencia, la sensibilidad y el amor por Tuxtla que a Emilio siempre lo ha caracterizado y lo ha movido para ser un hombre ejemplar. Empero, una aplastante elección de Estado impuso a un mono de circo, a un Guillermo de los mediocres y de los que nada se han ganado por la cultura del esfuerzo sino por esas vueltas que da la ruleta de la suerte en la política barata, y en muchos casos, ha llevado a los más increíbles imbéciles al poder.

De verdad, son una tragedia para Chiapas… Pero, a decir verdad, admiro la fortaleza de Emilio y su visión esperanzadora. Jamás lo he escuchado culpar a la gente por una derrota que asume con responsabilidad aunque no deja de poner los puntos sobre las íes: «compraron voluntades, condicionaron el voto y operaron un mega fraude ante el cual, lo que menos necesitamos es quedarnos a llorar el pasado».

Emilio , a pesar de los embates, se mantiene de pie. Y sí que duele enfrentarse a los ataques de su propio padre y de su familia que intentaron despojarlo de sus propiedades. Un día me contó como inició desde muy joven a trabajar en la administración pública como «bestia peluda». Primero como contador en la administración federal de la Conasupo, luego como jefe de adquisiciones del gobierno del estado con don Patrocinio González Garrido, su paso por el PRI de dónde no obtuvo ni una medalla de plástico que reconociera su labor y lealtad por el partido al que dijo adiós para por fin lograr ser diputado local por otra fuerza política.

La historia de Emilio Salazar viene de antes, tiene raíces, arraigo y sudor en la frente. Emilio no heredó nada más que la disciplina, no lo niega, de su padre, hombre que hoy en su demencia senil se ha olvidado del hijo que abrazó sus sueños e hizo crecer el proyecto de una Universidad que hoy se ubica entre las mejores del sur de México.

Pero me queda muy claro que no piensa resignarse a una derrota que para otros son victorias pírricas. Emilio está listo pero es un hombre de respeto a las instituciones y a las investiduras. Tiene mucho que aportar a la vida política y administrativa de Chiapas, pero es mesurado, no irá a dónde no lo llamen ni tocará puertas que no estén abiertas para él. Puede y seguirá haciendo política desde la sociedad civil y desde su vocación de servicio. Es un empresario, un hombre visionario, un caballero de mano franca.
Sí, le preocupa la realidad de Chiapas pero no será un estorbo, tampoco un oportunista. Es un excelente administrador y un especialista en temas hacendarios.

Es amigo de muchos amigos, y aunque algunos digan lo contrario, Emilio es Emilio. La derrota no existe en su vocabulario. Por el contrario, se levanta muy temprano, bebe un buen café con leche, desayuna con su famila, revisa sus múltiples agendas y aún tiene tiempo para sus amigos. Es realmente un verdadero gigante.

La Cheyenne, apá, siempre ha sido de Emilio.

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