“Con el apoyo de las comunidades y las familias, se acondicionaron vehículos como muros para colocar pizarrones y se usaron tortillerías para convertirlas en salones de clase-centros de desayunos escolares, en donde el libro de texto gratuito cobró una importancia fundamental, ya que en muchas ocasiones fue el único material educativo disponible. Asimismo, muchas maestras y maestros tuvieron que resignificar el sentido del vínculo pedagógico desde la condición de vulnerabilidad compartida que ocasionó la crisis sanitaria, así como replantearse el sentido que le daban al currículo y la forma en que entendían la didáctica, más allá de la aplicación de una técnica; tuvieron que recurrir a sus propios saberes docentes como herramienta intelectual de primera mano.” Plan de Estudios de la educación básica 2022. Esto es, lo que no pueden explicar las autoridades educativas en Chiapas; y por eso, también en nuestro Estado existe una enorme confusión que amenaza no solamente con detener la entrega de los libros de texto, sino además con desequilibrar el Plan educativo propuesto por el gobierno de nuestro país.

Recordemos, que el Plan de Estudios 2022 elaborado por la Dirección General de Materiales Educativos de la Secretaría de Educación Pública y que mediante un proceso de inducción fue socializado segmentadamente durante el ciclo escolar pasado, fundamenta que de acuerdo al artículo tercero de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, el Ejecutivo Federal “determinará los principios rectores y objetivos de la educación inicial, así como los planes y programas de estudio de la educación preescolar, primaria y secundaria y normal en toda la República”; para tal efecto, “considerará la opinión de los gobiernos de las entidades federativas y de diversos actores sociales involucrados en la educación, así como el contenido de los proyectos y programas educativos que contemplen las realidades y contextos regionales y locales.”

Y para dar cumplimiento a ese carácter incluyente y participativo, se supone que fueron consideradas las opiniones y aportaciones de las autoridades educativas, de personas de pueblos indígenas y afromexicanos, del magisterio nacional, de niños, niñas, adolescentes, de sus familias, de miembros de la comunidad académica y de investigación, de sectores de la cultura y las artes, de diversas organizaciones de la sociedad civil y de instituciones públicas, así como de diversos foros de reflexión que realizaron instituciones de educación superior e instrumentos de consulta a una parte representativa de los Consejos Técnicos Escolares.

Por eso el nuevo Plan de Estudios, plantea la novedad de que ha construido una propuesta curricular “con una verdadera unidad nacional desde la diversidad de sus grupos, organizaciones, pueblos y sujetos”; y ha desarrollado, un planteamiento curricular “pertinente con la diversidad social, territorial, lingüística y cultural del profesorado, así como de las y los estudiantes”. Pero que además, articuló la propuesta curricular entre los planteamientos de la Nueva Escuela Mexicana, establecidos en el Capítulo uno del Título Segundo de la Ley General de Educación, “con el fin de tener una visión de conjunto tanto del Sistema Educativo Nacional como de la educación preescolar, primaria y secundaria. Y abrió un diálogo, con “diferentes sujetos y grupos del tejido social, cultural, magisterial, académico e institucional interesados en la educación en tanto bien público.” Algo muy difícil de creer que se haya hecho en Chiapas, en tanto existen organizaciones y personas que todavía no dan crédito por falta de conocimiento, pero sobre todo porque ya no confían en las autoridades educativas de Chiapas.

Como resultado, la propuesta curricular del nuevo Plan de Estudios aplicable como obligatoria para toda la República Mexicana, comprende como una tarea colectiva y permanente no sólo la elaboración del Plan y los Programas de Estudio de educación preescolar, primaria y secundaria, así como los libros de texto gratuitos; también abarca la formación docente, como parte de un derecho para acceder a un sistema de formación, capacitación y actualización, retroalimentado por evaluaciones diagnósticas para cumplir con los objetivos del Sistema Educativo Nacional, como lo establece el articulo 30 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Y además, el codiseño de los programas de estudio, para atender el carácter regional, local, contextual y situacional del proceso de enseñanza y aprendizaje, como lo establece el artículo 23 de la Ley General Educación; así como el desarrollo de estrategias nacionales, y la transformación administrativa y de gestión.

Se presume, que esto dio como resultado la integración curricular expresada en los campos formativos-ejes articuladores, donde precisamente se establecen los contenidos fundamentales de estudio y los propósitos de formación general previstos en el artículo 29 fracción 11 de la Ley General de Educación. Dando lugar, a la irrupción de la todavía incomprendida (para muchos y muchas) “autonomía profesional del magisterio”, para “contextualizar los contenidos de los programas de estudio de acuerdo con la realidad social, territorial, cultural y educativa de las y los estudiantes.” Y precisamente en este punto, es donde a vuelo de pájaro debe traerse a colación el tema de los libros de texto, para romper el mito arraigado de que lo son todo, cuando ahora debe cobrar mayor importancia el contexto y la propuesta comunitaria para trabajar los conocimientos y saberes.

Ya que por cierto, la misma importancia tiene la comunidad como el “núcleo integrador de los procesos de enseñanza y aprendizaje”, así como de la relación entre la escuela y la sociedad, para “concebir a la escuela como un centro de aprendizaje comunitario en el que se construyen y convergen saberes, se intercambian valores, normas y culturas y formas de convivencia en la comunidad y en la Nación”, artículo 14 de la Ley General de Educación. No menos importancia tiene, el derecho humano a la educación de las y los estudiantes, en tanto “sujetos de la educación”; al mismo tiempo que son, la “prioridad del Sistema Educativo Nacional” (artículo 2 de la Ley General de Educación).

En este marco, es necesario referirnos aunque sea someramente, también a las tres tareas restantes comprendidas dentro de la propuesta del Plan de estudios 2022, igualmente prioritarias. Entre éstas, la docencia que ha sido considerada como una profesión de saberes, conocimientos y experiencias altamente complejas, combinada con dosis de repetición institucional y la exigencia permanente de adecuar la enseñanza a las condiciones en las que aprenden las y los estudiantes, lo que coloca a la enseñanza como el problema principal de la formación docente en el curso de su desempeño profesional, teniendo como propósito crear puentes entre el saber que plantean el Plan y los Programas de Estudio, así como los saberes docentes desarrollados en su formación inicial a lo largo de su desempeño profesional. “Es un diálogo que establecen profesoras y profesores con diferentes instancias que aportan conocimientos para la comprensión, seguimiento y construcción de soluciones a los problemas de la escuela, la didáctica, la integración curricular, la recuperación de los saberes docentes, el proceso formativo y la relación con la comunidad que enfrentan cotidianamente.”

En este proceso de “formación-apropiación” que debe ser permanente, también sobresale el codiseño de los programas de estudio; mediante el cual se deben asumir, la contextualización de los contenidos para atender el carácter regional, local, contextual y situacional del proceso de enseñanza y aprendizaje a cargo de las profesoras y profesores y solicitado según se dice, por los gobiernos de las entidades federativas; como lo prevé el artículo 23 de la Ley General de Educación y se reconsidera en la presentación del Plan de Estudios 2022. “Esta tarea responde a la necesidad constante de actualización, ya sea por los avances en los campos de conocimiento, la didáctica, como por los escenarios de diversidad que caracterizan el territorio nacional, y las transformaciones sociales, culturales, ambientales y sanitarias como la pandemia generada por el virus SARS-CoV-2 (COVID 19).”

Se establece también, que el codiseño no elude la observancia obligatoria de los programas de estudio de preescolar, primaria y secundaria, pero en ese marco es preciso transitar a una visión contextualizada, flexible y realista sobre la toma de decisiones de las maestras y los maestros respecto a cómo se enseña en la escuela. Porque lo nacional tiene que reposicionarse como el espacio de lo común, desde la diversidad que caracteriza un país como México, “considerando la diversidad de saberes, con un carácter didáctico y curricular diferenciado, que responda a las condiciones personales, sociales, culturales, económicas de los estudiantes, docentes, planteles, comunidades y regiones del país», como lo establece el artículo 22 de la Ley General de Educación.

En este sentido y para apoyar los procesos de educación preescolar, primaria y secundaria, es que se pretende fortalecer las estrategias nacionales vigentes y se proponen otras nuevas, “que responden a las necesidades actuales, sobre todo después de la pandemia generada por el virus del SARS-CoV-2, entre otras.” Y así, se pretende una transformación administrativa y de gestión, mediante la viabilidad operativa de la propuesta curricular, la formación docente, el codiseño curricular y la operación de las estrategias nacionales y su articulación con los procesos formativos de la educación preescolar, primaria y secundaria, que “tiene un peso significativo en las transformaciones que se hagan durante los procesos de gestión y administración a nivel federal y local.”

Porque se trata, de fortalecer la capacidad de las instituciones educativas del Estado para construir un proyecto educativo en cada escuela, involucrando a cada Consejo Técnico Escolar, con el fin de que servidores públicos, directores, supervisores y asesores técnicos pedagógicos realicen sus tareas pensando en las condiciones de desigualdad y los contextos diferenciados de nuestro país; y, “todo ello para que el Estado pueda hacer efectivo el derecho humano a la educación de las y los estudiantes de educación preescolar, primaria y secundaria”, lo que implica realizar las adecuaciones administrativas, normativas y de gestión que favorezcan y apoyen el trabajo docente de las maestras y los maestros del país, con el fin de que sus actividades, tiempos y espacios, puedan ser ocupados en actividades de enseñanza, formación docente, trabajo colegiado, planeación y evaluación.

En fin, se afirma que el Plan y los Programas de Estudio de educación preescolar, primaria y secundaria, “priorizan el interés superior de niñas, niños, adolescentes y jóvenes en todos los momentos de los procesos educativos, de la misma manera que reconoce a las maestras y los maestros como agentes fundamentales del proceso educativo y de transformación social, como lo establece la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.

Por todo lo anterior y retomando el tema de los libros de texto, recordemos el heroísmo de los trabajadores de la educación durante la pandemia, que aún cuando para ellos en un principio el libro de texto significó el mejor recurso para desarrollar actividades de aprendizaje, con el tiempo descubrieron sus propios saberes docentes como herramienta intelectual de primera mano; y con ello, lograron desarrollar una enorme resiliencia y creatividad puesta en práctica hasta el momento. Por lo que consideramos lamentable, que lejos de haber sido valorados y reconocidos hayan enfrentado una serie de problemas, con un alto grado de estrés, muchos ya fallecidos y otros finalmente, simplemente soslayados.

Pero según el Plan de Estudios, fue a raíz de todo esto que se rompió la idea que prevalece en los programas de estudio de la educación preescolar, primaria y secundaria hasta la educación superior, de que las matemáticas son un cúmulo de conceptos, fórmulas, algoritmos, teoremas y demostraciones que las y los estudiantes deben copiar del pizarrón o del libro de texto a su cuaderno, “mismos que les servirán para resolver múltiples ejercicios matemáticos como práctica para presentar exámenes estandarizados”, como se menciona en la parte del Marco curricular del Plan de Estudios que habla sobre los efectos de la pandemia; y lo cual, “no permite que las y los estudiantes sean conscientes de su aprendizaje, de lo que ignoran y saben, y de su capacidad para relacionar conceptos con la solución de un problema.”

Es muy importante comprender entonces, que el libro de texto no debe considerarse como el único recurso didáctico para trabajar con los alumnos; al contrario, un docente creativo seguramente encontrará miles de estrategias didácticas o proyectos de aprendizaje, que le obligarán a utilizar infinidad de recursos didácticos haciendo uso de su indiscutible capacidad para lograrlo. Es más, para nosotros, los libros de texto no deberían existir, en todo caso deberían ser guías didácticas o manuales de orientación pedagógica, que los mismos alumnos y maestros elaboren.

Por ello queremos señalar a nuestro juicio, que en realidad este forcejeo derivado por la falta de información acerca de los libros de texto, es un desgaste innecesario; aunque, coyunturalmente ha sido muy importante para mostrar hasta dónde ha llegado la incapacidad de algunos funcionarios, como en Chiapas que andan bien perdidos. Pues qué ganan con discutir los contenidos o incluso las actividades propuestas en los nuevos libros de texto, cuando lo más importante es la asimilación del Plan y los programas de estudio vigentes como lo hemos analizado; el libro, es únicamente un recurso didáctico que su utilización es valorada por cada docente y también la forma cómo lo hace. Y es que además del gran problema de los libros de texto que ha sido siempre su nula innovación desde hace años, los niños prácticamente han sido sometidos a registrar respuestas y a rellenar circulitos, limitando su madurez; parafraseando a Joseph Walters, en referencia a las inteligencias múltiples de Howard Wardner.

Y ojalá quede mucho más claro también, que ante la diversidad en un espacio común, los libros de texto (repetimos) no son el único recurso didáctico; y que además, limitan tanto la creatividad del docente como de los propios alumnos. Como ejemplo, ahí tenemos a las autoridades educativas de Chiapas, que seguramente con puro libro de texto aprendieron. Quizá por ello se les hace tan difícil dar a saber esto a la población. Porque si las autoridades educativas no fueran incapaces para transmitir la información, no tendríamos a maestras y maestros, niños y niñas, padres y madres de familia con dificultades para apropiarse del conocimiento, comprender el nuevo modelo pedagógico y a la vez combatir la satanización infundada, de la que están siendo objeto los libros de texto.

Y es que a fin de cuentas, la Ley General de Educación establece que los libros de texto que se utilicen para cumplir con los planes y programas de estudio e impartir educación por el Estado, “serán los autorizados por la Secretaría en los términos de esta Ley”; por lo tanto, queda prohibida cualquier distribución, promoción, difusión o utilización de los que no cumplan con este requisito. Mientras que las autoridades escolares, madres y padres de familia o tutores, “harán del conocimiento de las autoridades educativas correspondientes cualquier situación contraria a este precepto.” ¿Está claro que los padres tienen ese derecho, sean quienes sean? Punto, se acabó.

¿Pero ahora será que las autoridades educativas (orgullosamente chiapanecas) podrán ponderar el método mediante una abstracción dialéctica? ¿O las preguntas y respuestas de las que siempre han estado llenos los libros de texto, seguirán siendo el único y trillado recurso didáctico para enseñar a los alumnos? Esperemos que este cambio radical del cual habla Ángel Díaz Barriga, este cambio de época y quizá de cambio civilizatorio como lo nombra la Rectora de la Universidad Pedagógica Nacional Rosa María Torres Hernández, sean sinérgicos para lograr la transformación de la educación en nuestro país y en cada uno de los trabajadores de la educación.

Porque la organización, sistematización y análisis de la información que se generó en las asambleas, los diálogos y encuentros con especialistas y autoridades educativas locales, que estuvo a cargo de la rectoría de la Universidad Pedagógica Nacional y que se supone ha sido la antesala de la nueva propuesta pedagógica, no debería ser en vano. Por lo que se requiere, autoridades realmente comprometidas con la transformación del país, que comprendan los problemas y las necesidades de las comunidades escolares, de acuerdo al nuevo Plan y sus procesos. No queremos a los peleles, que por culpa de ellos la educación en Chiapas nunca ha tenido objetivos claros y definidos; y por eso, en nuestro Estado va con rumbo desconocido, como los que están ahora encuevados en la Secretaría de Educación de Chiapas, quienes todos juntos son un monstruo sin cabeza.

Habrá que ver si esta propuesta curricular en permanente construcción que ratifica el papel del Estado como garante de niñas, niños y adolescentes, para que ejerzan sus derechos humanos y el derecho a la educación en particular, “a partir del reconocimiento del carácter público de las escuelas formadoras de ciudadanas y ciudadanos con un profundo sentido de construcción colectiva vinculada a la comunidad en sus múltiples concepciones”, es capaz de cumplir con las expectativas; en momentos, que el barco navega sin timón, en el que viajan revolcados los libros de texto; y en su sentina dice, “SEP Chiapas”.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí