Pascual Yuing/Chiapas Observa.- Alguien ha contado una historia, sobre que un día el cerebro, los pulmones y el corazón discutían, para saber cuál de ellos era el más importante; argüían, que el cerebro daba las órdenes, los pulmones captaban el aire y el corazón hacía circular la sangre, pero el ano al escucharlos les dijo: cuando se pongan de acuerdo me abriré. Esta imaginaria moraleja, nos ayuda a comprender que un organismo es primero y ante todo un conjunto de componentes, que si uno de los órganos está afectado repercutirá en todo nuestro cuerpo; por lo tanto, la muerte no es más que la paralización funcional de una parte del gran organismo que es el universo.
Digamos que antes de ser uno mismo somos un organismo y en tanto el organismo no muera nada muere, porque así como nuestro cuerpo físico es un organismo lo es también la Tierra junto a lo que existe más allá de ella; y por lógica, cuando morimos todo continúa de alguna u otra forma. Como ejemplo en este fenómeno llamado muerte están las hojas de los árboles, que al terminar su ciclo vuelven a la tierra para convertirse a partir de ese momento en abono para el árbol, que a su vez producirá nuevas hojas; y lo mismo pasa con el cuerpo, que aunque se pudra, la vida no muere por ello. La vida es eterna, porque al morirnos continúa en un mundo vibratorio diferente, porque la vida como su nombre lo indica es la vida y no muere nunca.
Por eso cuando dejamos la envoltura carnal que llamamos cuerpo físico, y que no es más que un revestimiento o vehículo de materia que funciona en un mundo material, dejamos también este mundo, dice Claudia Rainville. Es exactamente lo mismo que ocurre por ejemplo en el momento del sueño, donde nos unimos al cuerpo físico por el llamado “cordón de plata”, que cumple el mismo papel que el cordón umbilical que une a la madre y al niño. A través del cordón umbilical el niño se alimenta y se mantiene vivo en el mundo interino, de la misma forma que el “cordón de plata” sirve para energetizar o animar la materia que compone nuestro cuerpo físico, explica Rainville; y que, si el cordón de plata se rompe parcialmente provoca el coma y al romperse totalmente su materia se desorganiza, lo que llamamos muerte.
Nuestro cuerpo físico, trabaja de una forma similar a un muñeco de pilas; éste, mientras está cargado funciona muy bien, pero en la medida que comienza a descargarse se ralentiza su movimiento hasta quedar inerte. En este mismo sentido se dice, que cuando una persona derrocha su energía no está respetando el tiempo de recarga necesario, por lo que termina desgastando sus pilas y ya no puede funcionar a pleno rendimiento. Casi de la misma forma, nuestro descenso de energía al terminar el día nos recuerda la necesidad de recargarnos y entonces nos vamos a dormir; mientras eso sucede, así como nuestro cuerpo tiene pesadillas si sentimos miedo, fobias u odio, si nos dormimos felices y tranquilos experimentaremos estos estados en correspondencia. El sueño puede significar un periodo de inercia en el que nuestras pilas se recargan; por ello, no hay quién dude que la función del sueño sea muy importante para el descanso.
¿Pero qué pasa entonces cuando alguien se muere? ¿Qué pasará en el momento de nuestra muerte?
Rainville menciona, que cuando dejamos la envoltura carnal que llamamos cuerpo físico, que no es más que un revestimiento o vehículo de materia que funciona en un mundo material, dejamos también este mundo; que la continuidad en el momento de nuestra muerte, no se detiene por la desintegración del cuerpo, ya que continúa en planos invisibles para nuestros ojos, del mismo modo que una radio continúa emitiendo incluso cuando la apagamos o cuando nuestro aparato no capta lo que se emite. Analizando, el mundo material no es el único, de seguro hemos escuchado hablar del mundo astral o el mundo de los sueños, del mundo mental o pensamiento creador y del mundo causal o mundo de las causas que engendran determinados efectos; cada quien, funciona en el mundo que le corresponde.
Hablando del mundo causal, poco se sabe que la mayor parte de los seres humanos no lo utiliza, pues penetran en este mundo en estado latente, del mismo modo que la semilla de un árbol vuelve a la tierra en forma de germen hasta reactivarse por la energía vital; y es que el ser humano, está habituado a vivir casi siempre en un mundo de ignorancia, sin poder trascender el mundo material y llegar al mundo de las causas. Porque solamente los grandes maestros como Jesucristo, han logrado engendrar las causas o transformarlas, porque poseen un vehículo causal donde mueren y viven por los siglos de los siglos, en otras dimensiones de conciencia.
Lo cierto es, que conscientes o no, la vida nada tiene que ver con la muerte, ya que ésta plenamente no existe, porque aquella permanece siempre. ¿Estarán de acuerdo estimados lectores? Promesa cumplida.
 
			 
		
Gracias por este artículo; en general, estoy de acuerdo con quién lo escribe. No obstante, no olvidemos que somos una unidad, lo que algunos llaman «envoltura» es parte integral de nuestro SER; el Yo es un ser bio-psico-espíritu-socio-emocional-cultural. Sin embargo, por un «tiempo» la esencia espiritual vuelve a la Luz (Divinidad).