“El trabajo de cuidados es el pilar que sostiene nuestras economías y sociedades, pero ha sido invisibilizado y no valorado”, señaló María-Noel Vaeza, directora regional de ONU Mujeres. La funcionaria destacó que 76.8% del trabajo de cuidado no remunerado en la región recae en las mujeres, lo que limita su participación plena en el ámbito laboral y público

Chiapas Observa/Staff.- La región de América Latina y el Caribe atraviesa una transformación clave: la construcción de sistemas integrales de cuidados, una política pública urgente que busca redistribuir el trabajo no remunerado que históricamente ha recaído en las mujeres. Así lo subrayó ONU Mujeres al lanzar el informe “La revolución del cuidado: la hora de los sistemas integrales en América Latina y el Caribe”.

El documento plantea que la región vive una oportunidad histórica para reducir desigualdades estructurales, impulsar la autonomía económica de las mujeres y responder al envejecimiento poblacional y a la creciente demanda de cuidados infantiles y de personas con discapacidad.

“El trabajo de cuidados es el pilar que sostiene nuestras economías y sociedades, pero ha sido invisibilizado y no valorado”, señaló María-Noel Vaeza, directora regional de ONU Mujeres. La funcionaria destacó que 76.8% del trabajo de cuidado no remunerado en la región recae en las mujeres, lo que limita su participación plena en el ámbito laboral y público.

El informe enfatiza que la creación de sistemas nacionales de cuidado debe ser entendida como una inversión pública, no como un gasto, y propone un marco de acción con pilares normativos, institucionales y financieros. Uruguay, Argentina, México y Colombia son algunos de los países que han avanzado con marcos legales o políticas piloto en la materia.

Además, se advierte que sin políticas integrales de cuidados, los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), en particular el de igualdad de género (ODS 5), no podrán cumplirse para 2030.

Organismos multilaterales, gobiernos y movimientos feministas han coincidido en que esta revolución del cuidado requiere voluntad política, presupuestos adecuados y un cambio cultural que valore los cuidados como un derecho y un bien común.

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