“Cada día hay más lugares donde se promueve el consumo y menos espacios sociales que fomenten alternativas sanas para el ocio”, señaló en entrevista para Chiapas Observa, la psicóloga clínica Daniela Ruiz López, especialista en adicciones y salud mental comunitaria

Carlos Coutiño Camacho.- El grupo de Alcohólicos Anónimos (A.A.) “Una luz en mi camino”, con sede en Tuxtla Gutiérrez, celebró su 39 aniversario llevando su mensaje de recuperación a personas que enfrentan problemas con el consumo de alcohol. Esta agrupación forma parte de los mil 80 grupos de A.A. que existen actualmente en Chiapas, una cifra que refleja tanto el crecimiento del movimiento como la persistente gravedad del alcoholismo en la entidad.

A pesar de la presencia activa de estos grupos en barrios, colonias y comunidades, la realidad contrasta con un fenómeno alarmante: la proliferación constante de bares, cantinas y expendios de bebidas alcohólicas en las principales ciudades del estado. En lugar de disminuir, el consumo parece intensificarse, particularmente entre jóvenes, mujeres y adultos que, en muchos casos, no reconocen su relación con el alcohol como un problema.

“Cada día hay más lugares donde se promueve el consumo y menos espacios sociales que fomenten alternativas sanas para el ocio”, señaló en entrevista la psicóloga clínica Daniela Ruiz López, especialista en adicciones y salud mental comunitaria. Desde su perspectiva, una de las razones del limitado impacto de los grupos de A.A. en contextos urbanos actuales es que su programa resulta poco atractivo para las nuevas generaciones.

“En una sociedad que cambia vertiginosamente, donde los vínculos y las formas de relacionarse son completamente distintas a las de hace décadas, los grupos de A.A. enfrentan una crisis de pertinencia. Su estructura cerrada, su lenguaje tradicional y su enfoque centrado en la culpabilidad no conectan con muchos jóvenes. Además, nuevas investigaciones han demostrado que el modelo de los 12 pasos no es efectivo para la mayoría de los alcohólicos, especialmente aquellos con trastornos mentales asociados”, añadió la especialista.

Durante el aniversario, los integrantes del grupo destacaron la importancia de reconocer el alcoholismo como una enfermedad progresiva que no distingue edad ni condición social. Subrayaron que muchas personas beben sin entender las causas profundas, bajo la falsa idea de que es solo una forma de socialización. Por ello, hicieron un llamado no solo a quienes padecen la adicción, sino también a las familias, a involucrarse en el proceso de acompañamiento y comprensión.

“La idea no es solo asistir si se cree tener un problema, sino también conocer el programa y compartirlo con quienes puedan necesitarlo. Queremos fortalecer los grupos con personas comprometidas”, expresaron los asistentes, manteniendo su anonimato como lo indica la tradición del movimiento.

Sin embargo, mientras el mensaje se repite año con año en reuniones sobrias y sinceras, afuera la música en alto volumen y las promociones de dos por uno parecen ganar terreno. La batalla contra el alcoholismo no solo es personal, también es estructural, y exige —como advierten los expertos— un rediseño profundo de las estrategias de prevención y atención de las adicciones, adaptadas a los tiempos que corren.

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