La UMA El Recuerdo, ubicada en Chiapa de Corzo, abarca 50 hectáreas de selva baja y se ha convertido en un refugio clave para muchas aves, algunas de ellas en peligro de extinción. Chiapas alberga alrededor de 700 especies de aves, muchas de ellas únicas del estado
Chiapas Observa/Carlos Coutiño Camacho.- En Chiapa de Corzo, Chiapas, un proyecto de conservación está demostrando que es posible convivir con la naturaleza y protegerla al mismo tiempo. Gracias a las Unidades de Manejo Ambiental (UMA), se han logrado conservar cerca de 40 especies de aves nativas en una zona cada vez más amenazada por la urbanización y la pérdida de vegetación.
Una de estas reservas, la UMA El Recuerdo, abarca 50 hectáreas de selva baja y se ha convertido en un refugio clave para muchas aves, algunas de ellas en peligro de extinción. Según el investigador Esteban Pineda Diez de Bonilla, del Instituto de Ciencias Biológicas (ICIBIOL), la expansión de fraccionamientos y la transformación del uso del suelo habían desplazado a varias especies. Hoy, ese entorno comienza a recuperarse.
Cada cierto tiempo, las aves son capturadas brevemente para ser pesadas, medidas y marcadas con anillos especiales. Esta técnica permite seguir sus recorridos y conocer detalles importantes como su estado de salud, reproducción y esperanza de vida. Con esta información, se puede proteger mejor a las especies y a los ecosistemas donde viven.
“El monitoreo nos ayuda a saber si el ecosistema está sano”, explica Pineda Diez. “Las aves cumplen funciones ecológicas vitales: dispersan semillas, controlan plagas, ayudan en la polinización. Son como termómetros vivos del ambiente”.
Chiapas alberga alrededor de 700 especies de aves, muchas de ellas únicas del estado. El proyecto Establecimiento de una estación de monitoreo de avifauna en la UMA El Recuerdo tiene una duración de cinco años y cuenta con la participación activa de estudiantes de licenciatura y posgrado, quienes trabajan directamente en la comunidad.
El objetivo principal es reunir información sobre qué especies habitan esta reserva y cómo viven en este fragmento de selva. Aunque el trabajo es silencioso y constante, sus efectos pueden marcar una gran diferencia en la conservación de la biodiversidad chiapaneca.
Este tipo de iniciativas nos recuerda que aún es posible revertir el daño si se unen ciencia, comunidad y compromiso con el entorno. Y que, en lugares como El Recuerdo, el futuro de muchas especies todavía puede escribirse con alas en libertad.
 
			 
		