Un fantasma desprovisto de argumentos acecha cobardemente a la razón, es el mismo fuego asesino que recorre el mundo matando periodistas, el mismo que recientemente ultimó en San Cristóbal de las Casas a Fredy López Arévalo; y que la noche del domingo pasado, asesinó en Tijuana de un disparo en la cabeza a María de Lourdes Maldonado López, una valiente periodista que contra todo este podrido sistema de injusticia había ganado un litigio laboral.
Lourdes Maldonado, aun cuando se encontraba inscrita desde 2021 en el Mecanismo de Protección a Periodistas y Defensores de los Derechos Humanos del Gobierno de Baja California, fue acribillada afuera de su casa cuando se encontraba a bordo de su automóvil; aún, cuando desde el año 2019 había pedido ayuda asegurando que temía por su vida, solicitando protección al presidente Andrés Manuel López Obrador en una de las habituales conferencias de prensa en el Palacio Nacional. “Vengo también aquí para pedirle apoyo, ayuda y justicia laboral, porque hasta temo por mi vida”, manifestó en aquél momento.
Considerada una decana del periodismo en Baja California, Maldonado López se suma a la enorme lista de comunicadores que han muerto en el ejercicio de su profesión, convirtiéndose en la segunda periodista mexicana asesinada en Tijuana en este 2022 en una semana y la tercera en todo el país en lo que va del año, después del fotoperiodista Margarito Martínez y del Director del medio digital Inforegio José Luis Gamboa Arenas.
Según la Organización Reporteros sin Fronteras, nuestro país se ha transformado “en el más mortífero del mundo para la prensa, ocupando el lugar 143 de 180 países en la Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa 2021”; es el más letal del mundo, porque “casi una decena de reporteros murieron de forma violenta solo en 2021, 138 en las últimas décadas”, señala el diario español El País. Y es que según el Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ, por sus siglas en inglés) nueve periodistas fueron asesinados en México en este mismo año, siendo posiblemente el único país donde los niveles de violencia letales críticos contra la prensa no han cambiado, porque “la violencia es una constante”, apunta Jan Albert Hoosten, representante del CPJ en México.
La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) advirtió a principios de este año, que “unos 55 periodistas fueron asesinados en 2021 en todo el mundo” y “aunque hay un descenso significativo en los asesinatos, las amenazas contra los comunicadores siguen siendo alarmantes”, porque “los profesionales de la comunicación continúan enfrentándose a un gran número de riesgos”, denunciando que la impunidad de los crímenes contra los comunicadores sigue siendo generalizada y que casi un 90 por ciento de los asesinatos cometidos desde 2006 sigue sin resolverse.
De acuerdo a la Décima Meta para garantizar el acceso público a la información y proteger las libertades fundamentales, establecida en el Objetivo de Desarrollo Sostenible 16 PAZ, JUSTICIA E INSTITUCIONES SÓLIDAS de la ONU, “la labor de la prensa y de los periodistas asegura que las sociedades estén informadas y que tengan herramientas para exigir una adecuada rendición de cuentas y defender sus derechos humanos en aras de la construcción de sociedades democráticas que garanticen el estado de derecho”.
Se dice que cuando los periodistas no pueden hacer su trabajo en condiciones de seguridad las informaciones suelen ser erróneas; que la seguridad de los periodistas, permite a las sociedades y democracias acceder a información diversa e independiente, promueve la paz, el diálogo y el buen gobierno. Pero muchas veces como lo hemos analizado, los periodistas pierden la vida al cumplir su compromiso de informar
La agenda 2030 es el plan de acción que tiene como meta central erradicar la pobreza, fortalecer la paz universal y lograr la protección y prosperidad de las personas y del planeta bajo el mandato de “no dejar a nadie atrás”; es un gran compromiso que asumieron los Estados parte de las Naciones Unidas con la pretensión de hacerlo realidad en 2030, entre ellos México. En sintonía con el plan de esta agenda, como todas las naciones nuestro país debe redoblar esfuerzos, en el cumplimiento del deber de proteger a todas aquellas personas que ejercen el periodismo, ya que falta un largo camino para cumplir con los objetivos planteados.
Y no solo para garantizar el derecho a saber, que promueve la información como un bien público universal y el principio de máxima publicidad, sino antes que nada para facilitar un entorno seguro en donde los periodistas puedan realizar su tarea en forma independiente y sin interferencias; como sostiene el Secretario General de la ONU, António Guterres, para poder “investigar delitos, aportar información a los ciudadanos, responsabilizar a los líderes y decir la verdad al poder”.