“Ingeniería Resiliente”
El pasado 1º de julio se conmemoró en México, el día nacional del Ingeniero instituido desde el año de 1974, gracias a las gestiones realizadas por el Ing. Eugenio Méndez Docurro, quien fuera Director General del Instituto Politécnico Nacional y Secretario de Comunicaciones y Transportes, siendo presidente el Lic. Luis Echeverría Álvarez.
El Ing. Eugenio Méndez Docurro, nació en el Puerto de Veracruz de 1923 y estudió en la Escuela Superior de Ingeniería Mecánica y Eléctrica (ESIME) de la cual se graduó dentro del cuadro de honor en 1945 y fue nombrado “Hijo distinguido”, posteriormente realizó estudios de Maestría en Ciencias en la Universidad de Harvard y realizó estudios en el Laboratorio de Electrónica de la Universidad de París y fue el primer director de CONACYT, creador de varias instituciones y obtuvo el premio nacional de ingeniería y la Presea Lázaro Cárdenas.
Sin duda, han pasado innumerables ingenieros mexicanos que han dejado una profunda huella y un gran legado, pero en esa lista resalta el nombre del Ing. Leonardo Zeevaert Wiechers, quien también nació en el estado de Veracruz, pero en la ciudad de Córdova un 27 de noviembre del 1914.
Realizó sus estudios de secundaria en el Colegio Alemán, y sus estudios de preparatoria en la Escuela Nacional Preparatoria (Colegio de San Ildefonso). Ingresó en 1932 a la entonces Escuela Nacional de Ingenieros de la Universidad Nacional de México, en donde obtuvo el título de Ingeniero Civil en 1939.
La inquietud por ampliar sus conocimientos le llevó al Instituto Tecnológico de Massachusetts, al que ingreso en 1939 para realizar estudios de posgrado en Ingeniería Civil. En su plan de estudios incluyó la asignatura de Mecánica de Suelos que impartía el Prof. D.W. Taylor, asignatura por la cual después sentiría una poderosa atracción. En 1940 obtuvo el grado de Maestría, con una tesis sobre fotoelasticidad.
El conocimiento adquirido en los Estados Unidos lo aplicó en beneficio de México, cuando al regresar ingresó a la Comisión Nacional de Irrigación, además destinó parte de su tiempo a brindar servicios de ingeniero consultor.
En 1942, por recomendación del profesor Taylor, conoció al Prof. Karl Von Terzaghi, con quien tuvo la oportunidad de colaborar en la investigación de la estabilidad de las cortinas de relleno hidráulico del Sistema Hidráulico Necaxa. Para ello pasó tres meses en la oficina del Dr. Terzaghi, en la Universidad de Harvard para realizar la planeación de la investigación y, posteriormente, residió varios más en el sitio de la presa. Esto fue el inicio de una gran amistad entre los doctores Zeevaert y Terzaghi, de la que obtuvo valiosas enseñanzas.
El Dr. Zeevaert publicó su primer libro conocido como: Foundation Engineering for Difficult Subsoil Conditions (Ingeniería de Cimentación para Condiciones Difíciles del Subsuelo), el cual está traducido en 11 idiomas y es libro de consulta para alumnos de posgrado de las carreras de ingeniería civil de muchos países como China y Polonia.
Son más de 700 obras resilientes en las que participó el Dr. Zeevaert, pero sin lugar a dudas, la Torre Latinoamericana, es el ejemplo más grande de resiliencia que tiene este país, el rascacielos más enigmático de México por sus 44 pisos y sus 182 m de altura hasta su antena, siendo el más alto de México desde su construcción en 1956 hasta 1972, cuando queda construido el Hotel de México.
La pregunta obligada es: ¿Hasta cuándo resistirá la Torre Latinoamericana? Seguramente, después del gran sismo que se espera se libere en la Brecha de Guerrero, la ciudad de México estará devastada y entre los escombros resaltará a la vista la Torre Latinoamericana, como testigo del desastre más grande que se haya producido en la Ciudad de México y como un monumento a la Ingeniería Resiliente.
La ingeniería civil tiene que ser resiliente aunque paradójicamente, en el reglamento de construcción de la ciudad de México, ahora los edificios se diseñan para tener cierto comportamiento plástico; y debe ser una de las disciplinas y profesiones más estrechamente vinculadas con la protección civil, ya que ambas anteponen al ciudadano como el principio.
Que los grandes ingenieros resilientes sean motivo de inspiración para las nuevas generaciones y dejar atrás a la “Jabalinada”, que solo buscan en la construcción un negocio lucrativo.
¡Felicidades a todos los ingenieros que impulsan la resiliencia, que dejan huella y un legado para las próximas generaciones!