Durante una visita a la Casa Blanca del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, Trump dijo que quiere que Estados Unidos asuma la «propiedad» de Gaza para levantar allí «la Riviera de Oriente Medio» y que implicaría el «reasentar» a sus habitantes en otros lugares
Chiapas Observa/Agencias.- El plan que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, reveló para Gaza no se llevará a efecto, ya que requiere la cooperación de países árabes que ya se han mostrado en contra.
Durante una visita a la Casa Blanca del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, Trump dijo que quiere que Estados Unidos asuma la «propiedad» de Gaza para levantar allí «la Riviera de Oriente Medio» y que implicaría el «reasentar» a sus habitantes en otros lugares.
Entre ellos Jordania y Egipto, de los que Trump espera que reciban a los palestinos que quiere desplazar de Gaza, y Arabia Saudita, de quien cabría presumir que debería pagar la factura de la idea de Trump.
Los aliados occidentales de Estados Unidos e Israel también están en contra.
Algunos palestinos de Gaza podrían estar dispuestos a abandonar la Franja si se presenta la oportunidad, pero incluso asumiendo que un millón de ellos aceptaran, quedarían 1.200.000 gazatíes allí, por lo que EE.UU. tendría que recurrir a la fuerza si quiere sacarlos.
Tras la desastrosa intervención de Estados Unidos en Irak de 2003, algo así sería extremadamente impopular en Estados Unidos.
Y sería el final de todo rescoldo de esperanza sobre la posibilidad de una solución basada en la existencia de dos estados para el largo conflicto palestino-israelí, la idea mayoritariamente asumida durante décadas por la comunidad internacional de que la paz pasa por un estado palestino que pueda convivir con Israel.
El gobierno de Netanyahu se ha mostrado obstinadamente en contra de la idea y, con el paso de los años y de los procesos de paz fallidos, la solución de los dos estados se ha convertido en un eslogan vacío.
Pero ha sido un pilar de la política exterior de Estados Unidos desde comienzos de la década de 1990.
El plan de Trump también violaría abiertamente las leyes internacionales y haría añicos cualquier pretensión de que Washington aún cree en un orden internacional basado en reglas. Las ambiciones territoriales de Rusia en Ucrania y de China en Taiwán.