Eduardo Ramírez Aguilar ha tomado protesta como gobernador de Chiapas y prometió devolver la paz a los caminos de Chiapas mediante cambios en el gabinete de seguridad, el relevo de mandos sectoriales y la creación de la Fuerza de Reacción Inmediata Pakal (FRIP), integrada por 500 policías equipados y con salarios competitivos.
Durante su discurso en el Poliforum de la capital, el artífice de la Nueva ERA, aseguró que combatirá delitos como extorsión, cobro de piso y asaltos en carreteras. Además, anunció que asumirá los principios de la presidenta Claudia Sheinbaum: atacar las causas del delito, fortalecer la inteligencia y la investigación, coordinarse con la federación y garantizar cero impunidad.
También recordó hitos históricos de Chiapas, como el Congreso Indígena de 1974, que marcó el inicio del EZLN, y evocó al obispo Samuel Ruiz García, destacando su papel en la construcción de la paz. Aseguró que Chiapas necesita retomar esos ideales para enfrentar los desafíos actuales.
Sin duda, el desafío más grande que enfrenta el gobierno de la Nueva ERA, es devolver la paz y la seguridad a las y los chiapanecos. Es una tarea urgente que requiere de un esfuerzo conjunto para disminuir los índices de homicidios, secuestros y extorsiones en el estado, así como la presencia de grupos del crimen organizado en municipios como Pantelhó, Chenalhó y Chalchihuitán.
ES urgente además abordar los desplazamientos forzados y desapariciones en zonas conflictivas y combatir la corrupción e impunidad dentro de las fuerzas de seguridad y garantizar justicia para las víctimas.
Para esto, el gobierno de Eduardo Ramírez Aguilar deberá trabajar en lo inmediato para mejorar la infraestructura y equipamiento de las fuerzas de seguridad, capacitar y profesionalizar a los elementos de seguridad, fortalecer la coordinación entre las fuerzas de seguridad estatales y federales, fomentar la participación ciudadana en la prevención del delito y brindar atención integral a las víctimas de la violencia.
Eduardo Ramírez Aguilar, el Jaguar Negro, no es un improvisado ni un arribista de la política. Sabe perfectamente que asistir al encuentro de su destino conlleva riesgos y desafíos pueden convertirse no en las causas de un fracaso de sus tareas sino en pruebas de fuego que podrá superar con entereza y valor, para el bien del pueblo chiapaneco.
Eduardo Ramírez Aguilar es un ejemplo de disciplina y de la cultura del esfuerzo para las nuevas generaciones de chiapanecas y chiapanecos que sueñan con forjar sus propios caminos. Nada le ha sido fácil ni ha sido resultado de los privilegios heredados. Chiapas tiene un gobernador que entiende los tiempos y las vicisitudes del poder, comprende y asume que la vocación de servir a su pueblo debe estar necesariamente acompañada de humanismo, sensatez y humildad. Pero también reclama coraje y valentía, carácter que ha quedado claro, han templado su personalidad política.